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@ 2022 José Víctor Segura
Tras el visor, meticulosamente y en silencio, observa el fotógrafo el paisaje que registra. A priori, existe la intención de un recorrido sigiloso por la naturaleza que, aunque conoce, le sorprende; busca, no tanto la belleza como lo que esta desvela en su relación con ella. Y es esto de lo que nos habla, de una conexión hombre-tierra. En cierto modo, su proyecto podría entenderse como una cartografía de lo íntimo, una elaboración mental de su propia experiencia que converge en diversos puntos con las nuevas tendencias documentales contemporáneas en relación al paisaje, iniciadas en los años setenta con New Topographics, referencia indispensable para el autor, interesados más por lo real que por el ideal.
En el silencio del paisaje de Cabo de Gata es donde José Víctor Segura encuentra respuestas. A diferencia de otros paisajes de Europa, donde apenas quedan ya escenarios vírgenes, el Cabo, como paraje natural, nos permite establecer este vínculo singular y evocador. En este sentido, se abre el proyecto al concepto de paisaje filosófico, en cuanto a la relación del ser humano con su entorno. El paisaje natural del Cabo nos detiene el tiempo situándonos en el aquí y el ahora, en contraposición con el paisaje ubicuo que articula el concepto de “no lugar” contemporáneo. En efecto, la fotografía que nos muestra su autor es ese lugar donde desearíamos quedarnos. Consciente de ello, nos invita a guardar una parte de este paraje, en forma de tarjeta postal.
En esta nueva propuesta fotográfica el autor se pliega, se rinde al paisaje, desatendiendo, en parte, su propio lenguaje, que ya conocemos en otros proyectos: armonía, simplicidad, orden y equilibrio se tornan en esta nueva exposición en composiciones más desafiantes, elementos centrales que pulsan tensión, espacios sin horizonte o extremadamente bajos, y formas insinuantes que interactúan entre sí en un dinamismo inestable. Desde lo más icónico a lo más abstracto, se deja llevar y arrullar por lo desconocido. Es así como el fotógrafo se redescubre y se reconoce en lo deliberadamente desaprendido para hallar un equilibrio entre lo que sabe y lo que su nueva relación con el paisaje le hace ser.
Pepa Cobo